El octavo Festival Internacional de Cine Independiente de Cosquín (FICIC) me dio tiempo y espacio a pensar un rato sobre dos oficios cinéfilos estrechamente relacionados y para manifestar opinión sobre dos películas argentinas allí vistas.

Por John Campos Gómez

Publicado originalmente en Otros Cines

1. “¿Y los programadores cuándo van a escribir?” *

Dícese que la mejor manera de pensar las películas, el cine en general, es con la escritura. Discrepo coquetamente -o sea, no del todo- de aquella aseveración (por sobre la crítica, la programación se ha convertido en mi convencido modo de intervenir el espacio cinematográfico y social por su transversalidad ante indistintos públicos y contextos); sin embargo, también le concedo bastante razón porque el ejercicio de la escritura y reescritura crítica es sofocante, tenso, revelador y sobre todo estimulante como un montaje cinematográfico en sí, pero alfabetizado: párrafos que se escriben, se corrigen, se contrastan, otros nuevos que aparecen por urgencias expresivas u otros que se suprimen en pos de coherencia discursiva. Y es que más que en la transcripción de ideas, la crítica aparece durante el desarrollo del texto, emergiendo tímida o fogosamente de entre las tensiones de tipear en progresiva reflexión.

“Las palabras son la única fuerza capaz de impedir a las películas hundirse en el olvido y desaparecer de las memorias”.

Alain Bergala, crítico de cine francés.

 

En este nuevo espacio para el pensamiento crítico del Festival Transcinema intentaremos hacer honor a esa generosa intención de empoderar las letras cinéfilas, fundamentales a la hora de levantar debate o socializar valiosas películas que poco se conocen.

Creemos que no todas las películas nacen iguales; sin embargo,  en este nuevo espacio será lindo intentar demostrar lo contrario.

John Campos Gómez, director de Transcinema